jueves, 2 de julio de 2015



     

LOS ELEFANTES son los animales terrestres más grandes que existen en la actualidad. El peso al nacer usualmente es 120 kg. Normalmente viven de 50 a 70 años, pero registros antiguos documentan edades máximas de 82 años. El elefante más grande que se ha cazado, de los que se tiene registro, pesó alrededor de 11.000 kg (Angola, 1956), alcanzando una altura de 3,96mts, un metro más alto que el elefante africano promedio. El elefante más pequeño, de alrededor del tamaño de una cría o un cerdo grande, es una especie prehistórica que existió en la isla de Creta, durante el Pleistoceno.




Los elefantes son una familia de mamíferos. Antiguamente se clasificaban, junto con otros animales de piel gruesa. Existen hoy en día tres especies y diversas subespecies. Entre los géneros extintos de esta familia destacan los mamuts.


CARACTERÍSTICAS Y COMPORTAMIENTOS: Presentan una prolongación nasal muy desarrollada, denominada probóscide (comúnmente conocida como trompa), que gracias a su desarrollada musculatura les permite utilizarla a modo de mano para agarrar objetos y comida. Los elefantes también poseen colmillos, grandes dientes que salen de su mandíbula superior. Los colmillos de elefante son una gran fuente de marfil, pero debido a la creciente rareza de los elefantes, casi toda la cacería y tráfico son ahora ilegales. Los colmillos del elefante pueden pesar hasta 120 kg y tener hasta 3 mts de longitud, aunque lo normal es que midan menos de un metro. Estos colmillos no son dientes caninos, sino incisivos extremadamente largos y el marfil es la dentina que los forma.

Otra de las características principales de los elefantes es que poseen unos grandes pabellones auditivos (mayores en el elefante africano que en el asiático). La principal función de estas orejas es la termorregulación del animal. Al estar muy vascularizadas permiten un correcto enfriamiento de la sangre, que en animales de ese volumen sería difícil conseguir por otros medios. Se alimentan casi exclusivamente de hierbas, cortezas de árboles y algunos arbustos, de los que pueden llegar a ingerir 200 kilogramos en un día. Son los mamíferos terrestres más grandes en la actualidad, en orden a su talla y peso. Un macho adulto africano puede llegar a pesar 7.500 kg, aunque el récord conocido es de 11.000 kg. Viven generalmente hasta los 60-70 años (en ocasiones superan los 70 años) aproximadamente. No se conoce exactamente un récord de edad para un elefante en libertad; se estima que en muy raras ocasiones han podido superar los 90 años de edad. En cautiverio el récord lo tiene el famosísimo elefante asiático Lin Wang, que sirvió para las "Fuerzas Chinas Expedicionarias" en la Segunda Guerra Sino-Japonesa además de participar en otras misiones militares y "conocer" a los altos cargos del ejército chino, como Sun Li-jen. Falleció con 86 años de edad en 2003.
El elefante produce una variada gama de sonidos, con los cuales expresa diversas emociones. El más conocido es el barrito, que hace cuando está asustado. También utiliza infrasonidos, lo cual le permite comunicarse con individuos situados a varios kilómetros de distancia. Estos sonidos, de frecuencias de hasta tan sólo cinco hertzios, se transmiten, además de por el aire, a través del terreno, pudiendo ser detectados mediante las patas antes de llegar al oído del animal, al ser la velocidad de propagación del sonido mayor en el suelo que en el aire. Este desfase en la recepción del sonido podría servir al elefante para estimar la distancia a la que se encuentra su congénere.
El elefante africano es el mamífero con el tiempo de gestación más largo, aproximadamente 22 meses, y pesa unos 115 kg al nacer.
La piel presenta delgados pliegues que, entrecruzándose, le dan un aspecto reticulado. El pelaje está representado por unos pocos pelos aislados y esparcidos por el cuerpo, algo más espesos alrededor de los ojos, en los labios, en la mandíbula inferior, en el mentón y en la parte posterior del dorso; por su parte, el extremo de la cola ostenta un delgado plumero en forma de pincel.
Les gusta estar en manadas. Se revuelcan en el lodo para evitar las picaduras de mosquitos.


REALIDADES Y MITOS: En general suele relacionarse al elefante con la buena memoria, y estudios realizados por la Universidad de Sussex en Kenia, dirigidos por la doctora Karen McComb, parecen confirmarlo. Estudiando las comunicaciones entre elefantes del Parque Nacional Amboseli, en Kenia, los investigadores llegaron a la conclusión de que estos animales eran capaces de reconocer la llamada de más de cien individuos diferentes. Al parecer, estos sonidos, similares a un gruñido agudo, pueden servir para identificar a los demás individuos y formar parte de una red social relativamente compleja.
Otros estudios, dirigidos también por Karen McComb, confirmaron la capacidad de los elefantes de reconocer los restos de cadáveres de su misma especie, prestando especial atención a los correspondientes a miembros de su manada, que al parecer distinguen por su olor. Cuando se encuentran con estos restos parecen rendirles un particular homenaje póstumo, tocándolos con sus trompas y pezuñas. Sin embargo, ante huesos de otras especies su indiferencia es total.
Mucha gente piensa que los elefantes tienen miedo a los ratones. En realidad, lo que ocurre es que los elefantes tienen una mala visión: sus ojos están a los lados de la cabeza, lo que hace que no puedan distinguir con claridad cualquier cosa pequeña que se mueva delante de ellos. Esto hace que no soporten las sorpresas o los movimientos bruscos y cuando se acerca un ratón se ponen nerviosos y un poco agresivos.
Se cree que existen "cementerios de elefantes", ya que se han encontrado restos de elefantes en una misma zona, muy cerca uno de otro, lo cual es un mito. Lo que sí ocurre es que antes de morir, los elefantes, por instinto, buscan el agua, por lo que muchos mueren cerca de ella y próximos unos de otros. 

TRAFICO DE MARFIL

El tráfico ilegal de marfil, que mueve unos 10.000 millones de dólares cada año. Se calcula que hace un siglo había unos 10 millones de elefantes en África. En la actualidad, quedan tan solo unos 400.000 y en diez años esta cifra podría reducirse en un 20%. La demanda de marfil procede sobre todo del sudeste asiático, de países como China, Tailandia o Vietnam, que transforman este preciado material en objetos decorativos y adornos corporales y luego lo distribuyen en sus mercados internos o lo exportan al resto del mundo.

Los matan de muchas maneras. Echando cianuro en sus puntos de abastecimiento de agua, con flechas envenenadas o escopetas, e incluso disparándoles desde el aire, como ocurrió en 2012 en la República Democrática del Congo con 22 elefantes masacrados desde helicópteros. En ocasiones ocurre con la connivencia de los propios guardias que debían protegerlos y los protagonistas son cazadores furtivos que proceden de la población local y se ven tentados por grandes sumas de dinero. Además, en ciertos países se trata de un tráfico vinculado a la obtención de fondos para la financiación de grupos armados, como ocurre por ejemplo en Sudán, Etiopía y Uganda. Y normalmente el problema está asociado a la escasez de medios materiales (guardias, vehículos, tecnología) de los propios Gobiernos africanos para hacer frente a esta caza furtiva a gran escala.

Y, aun así, hay lugar para la esperanza. Según el convenio C.I.T.E.S. (Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestre), la cifra de elefantes abatidos por los furtivos ha descendido ligeramente desde 2011, pasando de 25.000 a 20.000 ejemplares, mientras que el número de decomiso ha aumentado, alcanzándose las 16.000 toneladas en 2013. Ese mismo año, los países africanos decidieron adoptar 14 medidas de urgencia para proteger a los elefantes e incrementar las penas a los cazadores y traficantes. La reunión tuvo lugar en Botsuana, país que meses después de la publicación de la foto del entonces Rey Juan Carlos con un elefante abatido en un safari, decidió prohibir esta práctica. Gabón, Zimbabue o Kenia, por citar algunos, están ya imponiendo penas de decenas de miles de euros a quienes son pillados traficando con marfil.

Mayor valor a los elefantes vivos.
Como medida contra el tráfico de marfil, Gabón es un ejemplo a seguir por muchos otros países, siendo apoyado por la National Geographic Society.

Realmente están tomando medidas para prevenir la caza y la corrupción, e intentando que el marfil se devalúe, siendo la única forma real de combatir el trafico de este material. Quemando estas enormes pilas de marfil, se está enviando un contundente mensaje al mundo, demostrando que el valor de los colmillos solamente existe en caso de que estos pertenezcan a un elefante vivo, perdiendo su valor cuando se mata al animal solo para poder lucrarse a través de ellos.